jueves, 5 de marzo de 2009

Mi Corazón



Mi íntimo amigo, mi buen amigo, el mejor de todos, tú enciendes mis pesadillas nocturnas, pesadillas de un cuerpo sin cabeza.
Mi animal instintivo dormía la siesta en la ciudad de Tebas ¿recuerdas? Hubo un ángel que conocía la ciudad antes que nosotros y te fuiste persiguiéndolo. Espesa negrura, caminito al volcán, siempre fuiste un sucio y miserable animalejo, mi corazón. Mi corazón es así, un cerdo miserable para otros, un lechoncito que llora por su mamá cerdota. Acaso no es cierto, ¿piensas en mí? Te contesto que sí. Pero sabes que es lo que siento, si te mueves, si te encoges o te estiras aún no entenderé ni sentiré ¿el amor, la angustia, la nostalgia? Trato sólo de entenderte. Leerte, escucharte o verte, el fin de semana, la semana entera o cuando te plazca sabes que estoy ahí. Siempre llorando te encuentro aunque siempre sonríes y te burlas de otros. Yo me río a solas y en tu cara de ti. Y te llenas de preguntas ¿Qué somos? ¡Qué somos!, buenos amigos, amigos íntimos, entiéndelo. La sangre que llevan mis venas y se dirige en los conductos a mi cerebro, la que bombeas, le pertenece a otro. Y no es que no piense en ti no logro pensar en nadie en singular, pienso en todos y en ese todo mayúsculo, logro pensar en ti. Por eso si vuelves a preguntarme que infiel soy a tu cariño, que te uso simplemente a mis antojos, te engañas a solas. Bendita sonsera, eso es lo que creo. No hubo mentiras, sabías que mi sangre era de otro desde la primera vez, lo sabías. Igual íntimo mío, te puedo leer el pensamiento y saber que cuanto dices aborrecerme es lo contrario a un dolor suicida. Date cuenta de esto y no te atrevas a herirte que con ello me hieres pero no haces que sangre, lloraré un día, lloraré dos por mi heridita, es que el cuerpo duele y es retráctil al dolor al contrario tuyo que lloras sin rasguños. No tengo alma para entregarla ni sentimiento humano que se conduela, la pasamos bien, la pasamos peleando pero volvemos a la calma. Ruegas más, te arrastras más, quiéreme ingrato, quiéreme. Pero mi sangre le pertenece a otro, padezco leucemia. No sé cuantas veces te boto ni cuantas veces regresas, no te llamo ni te busco pero vuelvo a verte, te paras a la entrada. Me burlo de tu falsa resistencia, no te buscaré es la última vez, muevo los hombros y continúo caminando. Vete me da igual, y en unas horas. Otra vez te veo. Discúlpame, no puedo dejarte. Ya veo.Pasaremos años así, pasaremos años y años. Mi sangre le seguirá perteneciendo a otro, y tú seguirás gimoteando, miserable, miserable, quiéreme ingrato. Me cansaré un día y te dejaré una carta. El miserable se marchó, puntos suspensivos “¡deja de ser tan tonto!”, buscaré el placer de la belleza y un inteligente pasatiempo. Mi sangre que pertenece a otro, va en mis venas rápidamente. Pasaran muchos años y me volveré viejo para el amor, la angustia y la nostalgia. Reconoceré que todas ellas, las sentí y las oculté, he sido un pecador entre tantos creyentes que trato de ser útil y sentir piedad en un momento. Mi íntimo amigo, mi buen amigo generoso, será la última vez que verás a quien causó daño por voluntad tuya a ti mismo. Mano que tomó la espada, apuntó la pistola sin balas, estoy viejo y cansado, me iré a dormir y se que no despertaré. Adiós, sigue tu camino y olvídame.


Andre Ivre